


CIENTO VEINTE AÑOS
Hace algunos años, yo me sentía muy desalentado, y estaba por colgar mi arpa en el sauce. Hacía varias semanas que me encontraba deprimido. Un lunes vino a verme un amigo que era maestro de una clase bíblica muy numerosa.Luego de conversar sobre varias cosas, me preguntó si yo había predicado alguna vez sobre Noé. Le dije que no. Cuando mi amigo se fue, abrí mi Biblia y mi puse a leer acerca de Noé. Y me di cuenta que Noé había trabajado ciento veinte años sin tener una sola conversión, y que sin embargo no se desanimó. Yo pensé que no tenía ninguna razón para sentirme desanimado. Cerré la Biblia, salí a caminar, y la nube se disipó
LA FE DE UNA NIÑA
Al final de una reunión, hace algunas semanas, una niñita me entregó un papel. Lo leí. Decía: “Ore a Dios, pidiéndole que mi madre vuelva a casa”. La chiquita estaba sola, el padre había muerto y la madre la había abandonado. Hacía más de un año que había desaparecido. Orar para que la mujer volviera, me era cosa bastante difícil. Algunos días más tarde, recibí otro papelito que decía: “¿Recuerda la niñita que hace poco le pidió que orase por el regreso de su madre? La madre ha vuelto y el viernes estuvo en la reunión con la hija”. Ahora la chica pide que oremos por la conversión de su mamá.
“En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti.” Según un predicador escocés, guardar la palabra en el corazón es meter una cosa buena en un buen lugar para un buen fin. Muchos tienen la Bilbia en la cabeza, o en el bolsillo. Lo que necestian es tenerla en el corazón.
BONDAD
Un día me vino a ver en la oficina un caballero que quería interesarme en un joven que acababa de salir de la penitenciaría. Le dije que lo trajese, y entró. Le di la mano, le expresé mi satisfacción de conocerlo, y luego lo llevé adentro para que saludara a mi familia. Cuando mi hijita Emma entró al lugar, le dije: --Emma, éste es un amigo de tu papá--. Y entonces la chiquilla fue y lo besó. El hombre comenzó a llorar. Cuano la niña salió del lugar, me dijo: --Señor, hace años que nadie me besa. El último beso que recibí fue el de mi madre, que estaba moribunda